Grullas en Gallocanta

El viento brama. Pero más gritan las grullas.


Alrededores de la laguna de Gallocanta, donde a principios de febrero, en plena ola de frío siberiano, las grullas ya muestran los primeros síntomas de sus ansias migratorias.

La laguna de Gallocanta, en la raya entre Zaragoza y Teruel, es el principal punto de encuentro para decenas de miles de grullas invernantes, antes de  emprender viaje hacia el norte. Es también el punto de reunión para todos los vientos desatados. El pasado jueves, 5 de febrero, en plena ola de frío siberiano, en Gallocanta el viento se entabló desde el norte y  barrió con furia la altiplanicie. La nieve acumulada días atrás era ventisqueada y en ocasiones parecía que volvía a caer, esta vez bajo un sol helado.

Fue el día más frío del invierno en uno de los lugares más fríos de toda España. Hasta las grullas, aves que disfrutan con el mal tiempo, parecían molestas, ateridas, sacudidas por la violencia de las ráfagas. Encogidas la mayor parte del tiempo, al pairo con el pico hacia el viento, se convertían en formas despeluchadas, tambaleantes, cuando recibían el aire a contrapluma.

Pero aún en momentos así el calendario se impone y en el comportamiento de las grullas aparecían indicios de cambio. En unas semanas volarán hacia el norte de Europa, a sus territorios de cría. En esta época las aves empiezan a manifestar una cierta inquietud, una especie de síndrome premigratorio a base de desafíos, gritos, malos modos, algunas tarascadas, una cierta sobreactuación, incluso para aves tan exhibicionistas. Y, con bastante frecuencia, saltos como cometas en el aire y rudimentos de las danzas nupciales que ejecutarán, con más sentido, cuando lleguen a sus áreas de cría después de cruzar toda Europa.

A la caída de la tarde, con el sol ya tendido y las laderas en sombra, miles de aves llegaron en oleadas. Entre gritos y trompetazos unas arrastraron a las otras y se dirigieron hacia el lugar más frío, a las orillas despejadas y congeladas de la laguna, para pasar allí la noche.

Las grullas, que como todas las aves migrantes viajan al sur para huir del frío, parecían aquí contentas de volar hacia el invierno.

Grabado el 5 de febrero y publicado dos días más tarde en el audioblog El sonido de la naturaleza:

http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/elsonidodelanaturaleza/2015/02/07/grullas-en-gallocanta.html